Convicción

Adrián Pascual Urquía fue un hombre de la producción. Creyó en la dignidad del trabajo y en la fuerza transformadora de la industria como medio para agregar valor a los recursos naturales y generar bienestar y progreso social. Fue un empresario genuino, tomó riesgos y se animó a competir e innovar. Reinvirtió una y otra vez las utilidades, sin tomar otros atajos para crecer. Despreció la cultura prebendaria y rentística, la "plata dulce", la ganancia fácil. Asumió la función empresaria como una alta responsabilidad social, convencido de su obligación para con los trabajadores y la comunidad. Fue audaz, como todos los pioneros, pero aprendió a moderarse, con la prudencia de quien debe responder por el bienestar de la sociedad.